Quien es quien

Desde luego, cuando preguntan qué es un diseñador gráfico, lo que si está claro es qué NO es un diseñador gráfico. Y alguien que domina un programa informático de edición o de retoque fotográfico (si, de ese monopolio de la gran A) es tan diseñador como lo es un cocinero que sabe utilizar tan solo un microondas. Un diseñador ante todo debe tener una actitud profesional ante su trabajo, y para ello es importante que el tema de la profesionalización del diseño gráfico sea algo patente, se haga palpable en la sociedad, y sea un papel que no deje lugar al intrusismo.

Pero, ¿es el intrusismo algo negativo? A priori por supuesto, ya que es igual de peligroso dejar en manos de un lego en la materia la comunicación de una marca como que alguien sin nociones de medicina te haga una operación a corazón abierto. Es un ejemplo drástico, pero si queremos dar importancia a nuestra profesión, nuestro papel como elemento clave en el desarrollo de la sociedad debe ser equiparable al de un ingeniero que proyecte carreteras, un cirujano o un investigador científico.

Sin embargo, parece que, al menos en España, ni el diseño ni nuestro papel como diseñadores gráficos tiene importancia (si no lo crees, mira esta noticia), y poco consuelo da saber que igualmente en materia de investigación científica contamos con gente joven muy preparada, y sin embargo no hay más que recortes y precariedad laboral.

Bah, que más da. El diseño solamente sirve para que no te pierdas en un aeropuerto y sepas donde estás (que se lo digan a Ronald Shakespear, o a los integrantes del estudio Atipo que hace poco se ponían manos a la obra en el aeropuerto londinense de Luton), para que la silla en la que te sientas no te destroce la espalda (en caso de ser una silla Rietveld, mejor con cojín), para que puedas acceder de manera fácil e intuitiva al contenido de una página web y no volverte loco, para que el aceitero que usas por las mañanas no derrame todo el contenido (gracias Rafael Marquina) o para que unos «simples» títulos de crédito lleven implicitos ya cierta carga de significado y casen de manera magistral con la pelicula a la que anteceden (por ejemplo los realizados por el genial Saul Bass y la película de Hitchcock «El hombre del brazo de oro»). También para que la última novela que estás leyendo (porque espero que si estás leyendo ésto, también tengas el hábito de hacer lo propio con un libro) tenga la longitud de línea correcta, la letra elegida no te de dolor de cabeza y facilite la lectura, y el espacio entre líneas no te haga volver una y otra vez a releer el mismo párrafo (Robin Kinross, Gerrit Nordzij, Jost Hochuli o Gerard Unger saben muuuucho de ésto). O que cuando vayas al supermercado, facilmente puedas reconocer si la leche es entera o semi simplemente por un código de colores (Joan Costa habla de como el diseño gráfico nos sirve para ordenar la realidad, y nos facilita el día a día). O que el coche que conduces tenga hueco para que lleves una botella de agua en el salpicadero. O que el carrito de tu bebé se pliegue de manera que ocupe menos. O que de un vistazo te quede claro la consulta del médico y la planta a la que debes acudir. O que la sierra mecánica que has comprado no te rebane el brazo porque el mango se resbala al asirlo con las manos. O que puedas leer bien la señal de STOP pintada en el suelo cuando te vas a cercando con el coche. O que puedas apilar facilmente las sillas del patio.

Que el mundo funcione un poquito mejor, y encima, si es posible, que sea más estético. El diseñador gráfico es importante.

En fin, naderías.

Volando voy, volando vengo

Uno se pone a ver la película de Martin Scorsese de El aviador (interpretada por DiCaprio de manera notable), y si no rasca más allá de la superficie, puede quedarse con la figura de un neurótico millonario derrochador de dinero y vividor, que también (lo cortés no quita lo valiente). Pero lo dicho, se puede leer un mensaje más allá.

El aviador relata la vida de Howard Hughes, un importante productor y magnate de la época dorada de Hollywood, en un marco en el que los estudios de cine se encuentran en su máximo apogeo (aquí hay una breve reseña sobre su figura, donde además hay un pequeño extracto de una entrevista a una de sus conquistas amorosas, Katherine Hepburn). Hughes tenía tiempo tanto como para gastar su ingente fortuna, como para pilotar aviones y plantearse cuestiones de diseño, y ésto si es lo que nos interesa de verdad. Atendiendo al momento histórico, estamos en los albores del nacimiento del diseño industrial moderno, algo que se hace patente en la preocupación de Hughes durante la película en conseguir que las corazas de sus aviones no cuenten con remaches. ¿Hola? Si, el streamline está echándonos el aliento en el cogote.

Y si hablamos de streamline, esa corriente que hacía que las amas de casa compraran tostadoras y frigoríficos cromados y con acabados de cohete espacial, haciéndolas sentir casi astronautas del hogar, tenemos que hablar de Raymond Loewy. Aunque Raymond (de tí para mí) ha tenido un papel destacado en el branding moderno (suyo es el rediseño de marcas como Lucky Strike o Shell entre otras, aquí se habla de ello con más extensión), lo que nos toca ahora es hablar de su papel como diseñador industrial. En palabras suyas, «lo feo no vende», y esta máxima se ve reflejada en muchos de los diseños que siguen esta estética aerodinámica, que pasó de los vehículos y medios de transporte (como las locomotoras de la compañía de Pennsylvania o los autobuses de la firma Greyhound) hasta los electrodomésticos, como los frigoríficos de la marca Frigidaire (mira como se anunciaban allá por 1950), y en los que esa cubierta cubría, valga la redundancia, la fealdad de circuitos, motores y cables. Hasta hizo más estilizada la botella de Coca-Cola, ahí es nada.

En definitiva, el mensaje oculto en El aviador para nosotros, como diseñadores, está en esa preocupación de Hughes por conseguir la forma perfecta, la mejor línea de diseño para sus aviones. Si, al parecer sufría T.O.C y dilapidó su fortuna hasta fallecer en uno de los hoteles en los que vivió encerrado hasta el ocaso de sus días. Pero hay que recordarlo como un buscador incansable de la belleza formal (y funcional).

Y hasta aquí puedo escribir.

Yo me lo guiso, yo me lo como

Está claro, las grandes empresas o multinacionales quizá subcontraten en determinados momentos los servicios de alguna consultoría de diseño; pero si cuidan su marca y todo el universo de emociones que genera, contarán con un departamento propio de diseño.

Las ventajas son incuestionables: en primer lugar, ello asegura que el mensaje que va a comunicar es siempre el mismo; se sigue una directriz y ese espíritu es lo que hace que esa marca sea ella misma, y no otra.

Algunas empresa y multinacionales que cuentan con sus propios departamentos de diseño son IKEA , Decathlon, Starbucks, Apple, Inditex (Zara, Pull&Bear y demás), Restalia (La Sureña, 100 Montaditos, The Good Burguer), Tous, Desigual o Kukutxumuxu.

Portada de las instrucciones de la Estantería Billy

IKEA, el gigante sueco (aquí su página), llega a presentar incluso en sus catálogos a muchos de sus diseñadores de producto, poniendo de manifiesto que detrás de un diseño, hay una persona que lo ha ideado. Aparte, en su línea gráfica se cuida desde la fotografía hasta la tipografía. Aquí un pequeño inciso: recientemente, en una entrevista para la revista Muster (disponible para iPad aquí), el diseñador gráfico especializado en caligrafía, lettering y tipografía Iván Castro hablaba sobre el uso no del todo correcto de la tipo Verdana en estoss catálogos, por ser una fuente diseñada para pantalla, en clara analogía al uso indiscriminado de la propia Comic Sans. Que cosas.

Imagotipo Starbucks

Siguiendo con otras empresas, Starbucks no se queda a la zaga. Podrá gustar más o menos su proliferación como setas en otoño, y con ello la pérdida de cafeterías de barrio con solera y estandarización de sus locales. Pero es innegable el cuidado tanto en diseño de interiores como en la gráfica. Otro inciso (si, otro, salvo que seas Roland Barthes de nada servirán tus quejas): parece increible cómo hasta abusar de las faltas de ortografía crea identidad (léelo aquí).

Otro ejemplo, Apple. ¿Y qué decir que no se haya dicho con anterioridad? Si en Apple, con Jobs a la cabeza, no se cuidó el diseño y la experiencia de usuario desde el mismo momento en que se abre la caja de un MacBook Pro o un iPhone o similar, apaga y vamonos.

Ejemplo de diseño Kukuxumusu

Ejemplo de comunicación TGB

En cuanto a empresas españolas, kukuxumusu (en euskera: beso de pulga) prefiere que construyas tu propia idea sobre ella. Desde una posición altamente creativa y en clave de humor, aplican todo lo que construyen en -La Fábrica de Ideas y Dibujos- a cualquier tipo de soporte o proyecto, desde un simple paraguas hasta proyectos multimedia o de animación para empresas. Por el contrario en cuanto a las empresas anteriormente nombradas, la base de esta empresa nació como equipo de diseño que conformó una empresa para poder vivir de sus pasiones. Como cuentan sus fundadores: Kukuxumusu es el invento de tres amigos para sacarse unos duros e invertirlos en kalimotxo durante las fiestas de Sanfermín de 1989.

En definitiva, ya seas una empresa pequeña como kukuxumusu o un gigante mundial como Apple, lo que marca la diferencia y te posiciona frente a tus competidores, es claramente el diseño, siempre y cuando este sea fidedigno a los valores y funcionamiento de la empresa.

Y hasta aquí puedo escribir.

Mi primera vez…con una webquest

El tema prometía con el comienzo del título, pero no, nada que ver con las artes amatorias. Vamos a hablar de como nos manejamos con nuestra primera webquest…¿mande? Pues eso, una webquest, algo que viene aquí muy bien explicado (¿qué es una webquest?), y que en esencia consiste en crear un guión donde de manera detallada se expone una cuestión, se resuelve aplicando una metodología y se extraen conclusiones.

Fácil, ¿verdad? Pues no, al menos la primera media hora, en la que parecía que nos estábamos enfrentado a un cuestionario para entrar en el M.I.T (si no sabes que es, puedes verlo aquí).

A continuación, los contenidos y la resolución para la cuestión que se planteaba: encontrar manifestaciones culturales que mediante acciones (la cultura del diseño como forma de acción) traten de orientar a la sociedad en un sentido de cultura del diseño «global».

INTRODUCCIÓN
Todo el ejercicio se desarrolla bajo el marco de entender la Cultura del Diseño como forma de acción.

TAREA
Realización de una webquest con motivo del tema 1, Introducción a la Cultura del diseño, de la asignatura Teoría y Cultura del Diseño, de tercer curso de EE.SS. Diseño Gráfico. Posteriormente, se ha llevado a cabo una extracción de conclusiones, que se reflejarán cuando se realice la webquest.

PROCESO
Podemos poner varios ejemplos en los cuales se manifieste una Cultura del Diseño como forma de acción, por ejemplo con el uso de tintas libres de plomo, como forma de concienciación medioambiental. Otro ejemplo puede ser el empleo de códigos de colores, como indica Jorge Frascara en su libro «Diseño Gráfico para la Gente, comunicaciones de masa y cambio social» (míralo aquí), y que viene a decir cómo el diseño gráfico ayuda a la población a ordenar una realidad material. El caso de la señalética en aeropuertos, o la señalética vial, idem de lo mismo. También queremos citar como un ejemplo de acción formal las campañas que puedan desarrollarse para sensibilizar a la población sobre determinados problemas o conductas, y que pueden venir dictadas bajo el amparo gubernamental o de otras instituciones, por ejemplo el reciente caso de la campaña catalana para la Diada, con diseños basados en este cartel del genial Mario Eskenazi (puedes leer algo más aquí), o campañas contra el abuso de menores o el maltrato de género.

RECURSOS

Este es el listado de recursos
http://es.wikipedia.org/wiki/webquest

http://www.aula21.net/Wqfacil/webquest.htm

http://www.edutic.ua.es/crea-tu-wq/

http://www.farq.edu.uy/seminario-producto/files/2012/09/Diseno_grafico_para_la_-gente_frascara.pdf

http://foroalfa.org/jorge-frascara

http://graffica.info/mario-eskenazi-diada-tricentenari/

– La cultura del diseño (Guy Julier). Ed.Gustavo Gili

– Diseño gráfico para la gente (Jorge Fráscara). Ed. Infinito

EVALUACIÓN
¿Se ve cumplido el objetivo de la tarea? Creemos que nuestra respuesta cubre ampliamente la pregunta formulada sobre encontrar manifestaciones en el ámbito de la cultura que puedan ser tomadas (desde el ámbito del diseño gráfico o diseño en general) como una forma de acción, y que pueden llevar a cambios conductuales de manera local y en última instancia, global.

CONCLUSIÓN
En resumidas cuentas, la realización de este proceso mediante el uso de una webquest ha posibilitado un acercamiento más cercano a este primer tema sobre  Teoría y cultura del Diseño, así como ha servido de anclaje para ciertos conceptos e ideas. También nos ha permitido reflexionar acerca de la Cultura del Diseño desde una óptica bajo la cual se entiende como forma de acción, citando textutalmente del manual de Julier: «…también se enfatiza que la cultura del diseño es una «manera de hacer cosas», que adopta un papel activo para transformar las prácticas de quienes están más allá de sus administradores».

Y hasta aquí puedo escribir.

Ese oscuro objeto del deseo

Claro, Apple hace un anuncio sobre el tamaño del iPhone y que todo está medido al milímetro para que cómodamente puedas manejarlo con tu pulgar oponible de primate (lo puedes ver aquí), y rápidamente haces la conexión diseño-pensado-caro, y ves hasta normal que te cueste un ojo de la cara tener el último modelo. «Bueno – pensarás,– es que es un objeto de diseño».

Pero no debe ser así. Todos los diseños de todas las cosas han sido ideados por alguien. Y algunos siguen igual que hace cien años porque en si, han alcanzado ya la máxima simplicidad y funcionalidad posibles. Y eso no debe ser un lujo. Ya comentaba Munari en su genial obra Cómo nacen los objetos, que «el lujo es pues la utilización impropia de materiales costosos sin mejorar sus funciones.», por tanto, es una estupidez querer tener un baño con grifos de oro cuando la función de éstos es la de proporcionar agua. En el preciso momento en que dejas patente que hay detrás un diseño, un pensamiento, parece que puedas pedir mucho más por ese objeto. Ojo, no digo que no haya que valorar ese trabajo previo que hay detrás, lo que veo mal es que se presuponga que es algo exclusivo cuando en realidad es algo que se debe considerar inherente a todos los objetos (el que hayan sido pensados).

Todas estas cuestiones se me vinieron a la mente durante el visionado del documental Objectified en la clase de «Teoría y Cultura del Diseño» (puedes verlo aquí). Si, entiendo que podía haber estado garabateando letras en el papel o mirando a escondidas el «whatsapp», pero ponme algo relacionado con diseño en una pantalla, y adiós mundo.

El buen diseño es invisible, no lo notas, y va desde esa estupenda silla en la que te sientas, hasta un banco de un parque o una buena experiencia de usabilidad en una web que te permite moverte por ella sin creer que estás en el infierno. Y de todo eso se habla en Objectified, que si bien se centra más en el Diseño Industrial, no hay que obviar que en el fondo está tratando sobre el diseño y el lugar que éste ocupa en nuestra realidad.

Y hasta aquí puedo escribir.

La pregunta del millón

¿Qué es el diseño gráfico?, esa temida pregunta que a nosotros, como inminentes diseñadores en ciernes que somos, nos pueden soltar así de sopetón, a las bravas. Y de hecho, es la cuestión con la que se presentaba nuestra nueva docente de «Teoría y Cultura del Diseño» hace ya un par de semanas, cuando empezábamos nuestro tercer curso en los Estudios Superiores de Diseño Gráfico.

Antes de contestar, te paras a pensar sobre lo que consideras que es diseño gráfico para tí, no vaya a ser que metas la pata en el primer día por pecar de impetuoso y contestar a lo loco. Evidentemente consideras que el diseño gráfico se basa en querer comunicar algo, valiéndose de recursos gráficos; una definición que, a grosso modo, no está mal. Pero luego visionas el documental dirigido por Marcelo Gabriele y Franco Monti (que puedes ver aquí), con el mismo nombre que la pregunta de marras, y ves que apenas has rozado la superficie, o mejor dicho, que hay más de una definición, y que todas son válidas en mayor o menor medida.

Una de las frases que abren el documental viene de un rotulista, que se queja de esta época tan nuestra de la prisa y las cosas hechas casi con alma de robot, y que reza que «el diseño gráfico es oficio». Que gran verdad, porque es cierto, nuestro trabajo podemos decir que es casi nuestro hobby: nos encanta pasar tiempo maquetando desde un libro hasta un folleto, o ilustrando un artículo de una revista, o haciendo un juego de iconos para una interfaz de un programa nuevo, o diseñando los glifos de una nueva tipo. Pero no hay que olvidarlo, es un trabajo, y como tal, debe estar remunerado, algo que hace poco nos recordaba Pablo Martín, reciente Premio Nacional de Diseño (lo puedes leer aquí).

Pero se pueden recoger otra serie de afirmaciones en el documental que no son menos ciertas, como que el diseño hace mejor el mundo, lo intenta mejorar, o como dice Anna Calvera en una ponencia sobre diseño en la Universidad de Montevideo (que puedes ver aquí), nuestra labor es la de ejercer como agentes para la estetización de la cotidianidad. Que grande.

En definitiva, el Diseño Gráfico tiene una función de comunicación, algo intrínseco en el hombre y por ello, debemos considerarlo como cosustancial a éste. También es un oficio, es una profesión, y como tal debe tener un reconocimiento social, y por ser profesión, implica que cumple un servicio en la sociedad. Se debe igualmente considerar como una articulación de muchas disciplinas, y como una disciplina en continuo cambio (ya que los soportes comunicacionales lo hacen).

Y hasta aquí puedo escribir.